miércoles, 1 de julio de 2009

El viejo

*Dedicado a los que sueñan*


El viento hacia bailar su pelo. Había decidido dejárselo crecer cuando cumplió 70 años. Seguía creciendo igual de fuerte que siempre, pero ahora estaba bañado por la plata.
Dejad que os hable un poco del viejo.

Su infancia paso sin mayor pena ni gloria, era un niño y era todo lo que necesitaba. El lugar donde vivía tampoco daba muchas posibilidades así que se tuvo que conformar con las aventuras que corría todas las tardes a la salida del colegio, que no eran pocas.

Su adolescencia se prolongo durante mucho tiempo, vivió la rebeldía, la sumisión y en mayor o menor medida sintió algo de amor, pero aun no estaba preparado para asumir esa responsabilidad, aun era tan inocente como un bebe. Su inocencia en aquella época era envidiada y odiada a partes iguales. Unos porque deseaban ser como él y otros porque aun a pesar de desearlo, no se atrevían a decirlo.

Así, sin darse cuenta apenas, llego a una edad en la que todo era nuevo y diferente para el. Nuevas amistades se forjaron cuando nuestro viejo cumplió la veintena, nuevos ambientes, nueva vida. Había llegado a esa edad lamiéndose una herida profunda que le marco durante años. Una herida que lo dejó ciego. Pero se sobrepuso a ella como había hecho con todo en su vida.

Pasaron los años y nuestro querido viejo conseguía más y más experiencia en esta vida mas su inocencia aun vivía en su corazón. Tuvo temporadas de euforia, excesos, tristeza, apatía, trabajo... y finalmente, conoció a una chica. Esta chica le saco un poco de la apatía que sentía hacia las chicas, mas la historia no cuajo y nuestro querido viejo sufrió otra vez.

Axial que otra vez toco superarse a si mismo. En esta época su confusión crecía. No tenia claro que camino tomar, no sabia cual era la senda del éxito ni si estaba preparado para ella. Así que simplemente, caminó.
Y en mitad del camino se encontró con muchas cosas. Cosas que guardo para siempre. Momentos que jamás olvidó. Y la encontró a ella. Su amiga, su amante, su compañera.
Vacilaron al comenzar los primeros pasos de su camino, pero pronto supieron que esa era la senda que les había tocado recorrer.

El viejo no creía en el destino. Siempre pensaba que nuestro futuro lo escribimos nosotros y lo interpretamos como mejor sabemos. A eso se dedico toda su vida. A interpretar un futuro que había sido escrito hacia ya tiempo. El nuevo camino le volvió a dar cosas nuevas. Sintió como su alma crecía cuando sostuvo entre sus brazos a su primer ángel. Un ángel sin alas que berreaba como un demonio.
Pronto vinieron mas, tres angeles (o demonios) daban sentido a su vida. Habría deseado tener más, pero no quiso seguir interpretando.

Los años entonces se hicieron más y más iguales. Seguía habiendo nuevas emociones, pero siempre se basaban en anteriores. Aunque aprendió a muchas cosas. Junto con su compañera era feliz, con sus demonios (o angeles) se empeñaba en escribir su futuro, pero ellos no querían interpretarlo, es la ley de vida viejo, ¿no lo recuerdas?

Entonces, el destino se quiso vengar del viejo y se la llevo. Se la llevo por un camino que el aún no podía seguir. Había perdido a su amiga, su amante, su compañera. Y entonces se sintió el ser más desdichado y triste del mundo. Sus pequeños angeles ya eran autosuficientes y pasaba mucho tiempo solo. Jubilado y sin ocupación, pasaba un día tras otro exactamente igual al anterior. La apatía volvió a su vida.

Así que se puso manos a la obra. Decidió desempolvar todo lo que había acumulado con el tiempo. Fotos, videos, textos... todo lo que se empeño en guardar año tras año, sin darle ningún uso. Acumulando años.
En el fondo sabia que lo guardaba para este momento. Trabajo durante 4 años. Cuando lo tuvo todo listo, empezó a leer, a ver, a escuchar. Lloró, rió, se avergonzó y sintió mucha nostalgia y alegría por los años que había vivido.

Ahora todo estaba listo. Ahora lo tenía todo en la cabeza. Recordaba exactamente a todos y cada uno de ellos. Los odios, los amores, las amistades. Todas en su cabeza. Temía perder todos esos recuerdos algún día, así que los acumulo durante años para este momento.

Estaba preparado. Era el momento adecuado. Miro al cielo y su estrella le sonrío.
Al pie del acantilado hacia viento y frío. A sus pies se encontraba la cruz de madera donde había esparcido sus cenizas. Fue la última vez que la vio. Un mar de lágrimas broto de sus ojos.
Estaba todo listo. Saltó.

Más no cayó, sino que su alma se elevo en el cielo más y más hasta juntarse con su estrella.
Con su amiga, su amante, su compañera.
Y ardieron eternos hasta el fin de los días.